27.7.14

LA VISITA

El ritual de la noche volvía a repetirse. La pesadez era por la comida o de saber que ya podían permitírsela. Marcharon hacia la habitación, en busca de la cama, las camas, que aparecían invariablemente idénticas: mismo cubrecama rosado con globos y perritos, sábanas con borde de puntillas y la secuencia de dos almohadas blancas, separadas por una mesa de luz en forma de princesa.

Siempre sentí que con Lupe éramos una imagen reflejo, una de la otra - no podría decir quién de quien, aunque yo nací un par de años antes - como un espejo algo deforme, en donde se copian zapatos de cuero calados y ositos de peluche muy parecidos. 

Esa noche yo sabía, iba a pasar lo de siempre. Durante la madrugada, un chico con cara de nada me despertaría. Lo bueno es que siempre traía juguetes interesantes, como ese del palo y la pelota unidos con un hilo, y nos sentaríamos a jugar en silencio. Lupe también. Era hasta que alguna de las dos se cansara y volviera a la cama, luego la otra, y así el chico se quedaba solo.

Durante el día no hablábamos de la noche pero yo notaba a mi hermana muy nerviosa. Quise tranquilizarla, era evidente la inocencia de la visita, pero Lupe retrocedió en cuanto abrí la boca y me apretó fuerte el antebrazo, con la mano transpirada. 

Entonces me contó que en las noches, mientras yo jugaba con ella y el chico, a ella la despertaba un tipo de ojos claros, vestido con un traje sucio que llenaba la habitación con olor nauseabundo. El loco, la obligaba a sentarse y ver como iba a hacerme daño sin, hasta el momento, haber cumplido la amenaza.

OBJETO DE ESTUDIO

Fallando metódicamente en la obtención de un clon, Mistres Arturo Pertine del planeta Estocolmo, llegó a lo mejor. La intriga de miles de años resuelta en unos segundos, o a partir de unos segundos.

¿Cómo somos?

El espejo miente y los demás ni hablar. No importa el soporte de las devoluciones, siempre serán inexactas ¡discrecionales, arbitrarias, incompletas! Por fin tenemos la posibilidad de vernos a nosotros mismos, sin intermediarios.

Se crea a partir de un recuerdo. No es igual a un primero, no hay primera ni segunda versión del yo. Es exactamente el mismo yo. La misma persona con iguales intenciones, pasado calcado, exacta conciencia, análogo bruxismo. Este punto es importante porque el otro también andaba buscando verse, entonces, se miran, se espían y, claro, sacan iguales conclusiones. Al cabo de siete días uno de los yo desaparece. No importa cuál.

Como la observación al vacío no existe, se han introducido plantillas que reproducen los lugares del yo: casa, trabajo, divertimentos frecuentes. El Dr. Vanzetti dice que no alcanza, que hay que ser distinto para apreciar, porque el mismo criterio, objeto y observado, no es válido. Para resolver esta dificultad, facilitó la posibilidad de ser otro durante tres días.

Todavía no se resuelve el problema de que, siendo otro, ya nadie quiere dejar de ser el que es. El alivio es que aunque yo quedo siendo otro, todavía queda otra persona siendo el yo que ya no soy.