23.11.14

CON REFERENCIAS

Toda la puta novela habla de ella me gustaría decir, para los socarrones. Su nombre no es citado pero aparece un poco aquí y un poco allá, en una denotación connotada que se corrobora rigurosamente, página tras página. Brota. Se riega a través de los objetos, entre la comisura de alguien o la campera de algún otro.

No hay que darles el gusto a los malditos. Además, no me incomoda. Me gusta saber que estoy con alguien que puede sentir eso pero me alegra no tener que soportarlo. Mucho se habla de la gente maltratada, que perjudica a su pareja. Poco se dice de los mejorados, cuyos beneficios gozan los compañeros actuales. Deben existir en igual medida sólo que, por cuestiones obvias, es difícil reconocer el crédito. 

Yo le agradezco a esa chica, que haya sido dulce, lo haya dejado al medio. Porque aunque quiera que escriban sobre mí no me gustaría leerme.

Mi sobrino dice que enamorarse, se enamora una vez y que todo lo demás es la resignación del amor perdido. Mi peluquera lo resume en por algo no se dio. Yo creo que es la confusión entre los espíritus confiados de tomar una promesa como realidad, como si una situación o una intención fueran suficiente. Un anhelo incorrecto. Una buena idea que no se apega a la realidad. Una pose de película porno imitada por Roco y su esposa.

Algo sobrevuela sin permiso. Un arbitrario karma sentimental, una compensación universal. Lo que se dice, una coincidencia. Alguien agradece lo que otro detesta. Alguien deja lo que el otro agarra. En ese trueque - colateral, al vacío, sin cálculos - agradezco lo que he recibido. Agradezco le hayan quitado las cosas que yo, ya no puedo darle.

16.11.14

WARSTEINER

Llegado el momento hay que tomar algo. Por la calle Pompeya puede haber una respuesta a nuestro pedido. El barrio, en un extraño ejercicio de reconstrucción, mezcla rincones humildes con elementos de diseño pretencioso, calando bares con estéticas beligerantes, aún cuando su desarreglo tenga la misma oferta que el anterior.
    
No perdemos tiempo en decidir. Cualquiera da igual. La eficacia en la toma de decisiones es prioritaria en cualquier vínculo, ya que es vital para su supervivencia. Es lo que le asegura continuidad en el tiempo. Lo sabemos y me pregunto si por eso no estaremos forzando lo espontaneo. Expeditivo es parecido a eficaz. 

Entramos, ella primero. A los dos nos agarra un somnífero. No sólo por la temperatura, sino que hay perfume y la gente hablando, mucha, genera una atmósfera contaminada. Un mozo nos señala una mesita entre dos mesas, justo para dos personas lo que significa, insignificante. Mientras caminamos hacia ahí me lee la mente: hay terraza.

Subimos los escalones. Miro el reloj. Son las cinco y cinco en punto. Quiero pizza. Un montón de parejas entre medio de velas se extiende por las baldosas rojas, debajo de enredaderas con forma de glorietas, llenas de lucecitas-árbol de navidad. Formamos parte de esto.

Pregunto por las dudas pero parecen ser bastante estrictos con el tema de los horarios y la pizza va después de las ocho. Consultamos por otra cosa del menú pero no la tienen. Pedimos cerveza.

    -Imperial.
    -Warsteiner.

No hemos sincronizado y rápidamente cada uno dijo lo que realmente quería, incitados por el proceso de asociación libre que es la pregunta del mozo y las ganas de que nos sirvan rápido. Revisando la carta, elegimos una Estela. Como cualquier decisión de a dos, o prima una o es una tercera cosa, diferente, distinta a lo que se quería originalmente.  

Reclamo el maní, que se olvidaron de traer. Un suave viento recorre la enredadera, haciendo que sus florcitas blancas suelten su perfume. Pienso en la pizza. 

9.11.14

FILAS Y COLUMNAS

Me recibe el olor inconfundible. Las plataformas se hunden en el charco de agua. Gamuza, una idea brillante. La higiene dudosa contrasta con la elegancia de las mesas enmanteladas, con núcleos florales y metálicos rodeados de loza estampada.

Vine temprano y esto no era así. El cuadro fue componiéndose o descomponiéndose a lo largo de la noche, con cada papel húmedo colocado en el piso. Lo determinante es el elemento humano: antes; tenso, perfumado, tirante y maquillado; ahora, despreocupado. Esto es un descanso, un receso, un parate. Rompen fila.

Soy la última. La otra deja de ser la última. Algunas están con el teléfono. Miran el techo y suspiran. Una señora con flequillo delineado a rulero se desabrocha el pantalón de gaza y se tira contra la pared que logra sostenerla. Veo a la cuñada. Fuma quemando el filtro, toda encorvada. Atrás de ella, una chica se arregla la pintura con un espejito. Su esfuerzo fracasa.

Dejo de ser la última ¿Qué hacen ahí adentro? Intento cronometrar los movimientos para establecer un promedio. Saber si la demora es real o deliberada, como una cadena vengativa que en algún momento, horas, días, semanas tal vez, volverá contra su perpetradora.

La cuenta es regresiva. Golpes a la puerta y la queja generalizada. Mantener la compostura es incompatible en la lucha por satisfacer una necesidad básica. Habito en este momento, el revés de la costura. 3, 2, 1.
Paso despacio por la fila que antes formaba. Es tan rápido que parece que nunca sucedió. Las miro desentendiéndome de sus caras. Son una imagen tan lejana. Salto el charco y salgo rápido, de vuelta a mi lugar. La fila de los hombres no existe.

3.11.14

IVX

Aparecía en las letras que están detrás de las letras, esas que son moldes para las otras, las ¿visibles o vistosas? Da igual, esas que hablan para ojos invisibles y pequeñas actrices poderosas: de verdad, no pueden ser dichas porque todavía no hay palabras que las contengan. De ahí que van apilándose hasta volverse el sersubterráneo que come cada vez que se dice una letra pero que reniega de ellas. En esa negociación se estira el lenguaje, se lo deforma, se lo golpea. Un ejercicio de elasticidad inaudito - un juego en los límites. Una cuestión de fronterizos e inmigrados, que vendría ser la cosa esta, la cosa de escribir, en la evocación constante que es infinito, por lo que merece una postura que jamás será: contarla o abrazarla.