7.6.15

LA CASA VIEJA

El refugio siempre implica una hostilidad, real o de las otras, que amenace la supervivencia del individuo. Aunque podemos decir que se trata de algo pre-humano, pre-histórico, histórico. Con los cambios de época surgen otras hostilidades que sustituyen a las elementales por llenarse el cupo de hostigamiento funcional o no.

La casa vieja es vieja pero no debe el nombre a su edad exacta y desconocida. 70 – 80 años. Sino a la otra, a la nueva, que aparte de ser nueva es en la que vivimos y ubica a la otra en nuestro pasado personal.

Dicen que un señor apurado por vender, con un crimen salpicando las instalaciones, nos hizo el legado. La historia no está clara. En lo contundente, la casa vieja no tiene aire acondicionado. Ni ventilador de techo – 45°-, entre otras destacadas falencias. Yo diría que la sangre ni se le nota y que jamás sufrimos asustamiento alguno. Debe ser por el calor. 

Amo todos los años y desatinos que viví en esa casa. No se trata de una idealización de lo inmaterial. No se me ocurre algo más material que una casa. 

Como la intersubjetividad es lo menos parecido a la subjetividad que tenemos, me alegra que todos los vivientes y visitantes concuerden en las cualidades mágicas de la propiedad devenidas de la combinación única entre pasillos y patios internos, ubicación y espacios, luces y sombras y media-sombras que forman parte de lo real. No de un estado sicológico o ilusorio.

Se consigue un acuerdo general en lo lúdico de las habitaciones con tres puertas, en el encadenamiento de una con la otra, la seguridad de algo a punto de resquebrajarse, la altura de las puertas que le implican la altura al techo, altura que nos hace pronto tan importantes como pequeños. Las ventanas. El agujero de la puerta principal por donde se ve hasta el fondo y a la vez, nada que pueda ser útil. 

Y dije mal, si hay apariciones. Todos los fantasmas que se le quedan pegados a estas casas, todos sus amores, visitantes, sus lloreríos, las medias sucias. Sabe todo. Tiene la entidad de las cosas que permanecen en y yo me quedo fascinada con ella, por la virtud que tienen los que han visto todo. Me quedo fascinada en saber que es la única que me conoce y no puede decir nada. Ni cuando le pregunten, ni cuando la recorran, ni aun cuando la destruyan.

No hay comentarios.: